¿Cómo adaptar un baño para discapacitados?

A la hora de adaptar una vivienda para personas con movilidad reducida, uno de los problemas más frecuentes suele encontrarse en el baño. Por eso, a continuación, vamos a contarte cómo adaptar un baño para discapacitados.

Normativa aplicable

Ciertamente, lo más sencillo es tener en cuenta las medidas requeridas cuando se trata de un cuarto de baño integrado en una obra de nueva construcción. Para esto, lo que se debe tener en cuenta es la normativa aplicable, como puede ser el Código Técnico de la Edificación, como así también las normativas autonómicas y municipales relacionadas a accesibilidad.

Cabe destacar que, al igual que en el resto de reformas, también necesitaremos una licencia de obras para nuestro baño  cuando la obra sea considerada mayor.

Por ejemplo, existen medidas universales estándar para que los baños sean accesibles a personas con sillas de ruedas. En este caso, el baño debe tener un espacio circular de al menos 120 cm de diámetro, garantizando que las sillas puedan moverse sin problema. Además, las puertas deben tener un ancho mínimo de 80 cm para que cualquier silla de ruedas pueda pasar sin problemas.

Por otra parte, se recomienda tener en consideración el sentido de apertura de la puerta. Siempre se recomienda que esta abra hacia afuera si es abatible, a fin de favorecer la evacuación en toda situación. De todos modos, suelen recomendarse más las puertas correderas, debido a que no ocupan espacio necesario para la comodidad en el baño.

Adaptar un baño para discapacitados: el paso a paso

Ahora que hemos visto las normas generales, vamos a contarte el paso a paso a tener en cuenta a la hora de adaptar un baño:

Adaptar el inodoro

Para comenzar, debemos hablar de una de las adaptaciones más importantes a la hora de tener una persona con discapacidad en la vivienda: el inodoro. Usar el WC suele ser un problema para estas personas, especialmente para aquellas que tienen problemas de cadera o de rodilla o que son usuarias de sillas de ruedas.

A fin de evitar que el momento de usar el baño sea un suplicio, se recomienda adaptar el inodoro teniendo en cuenta que cumpla con las siguientes características:

  • Que el conjunto del inodoro sobresalga de la pared al menos 75 centímetros, a fin de poder acercar la silla de ruedas.
  • Que la altura sea de 43 o de 47 centímetros, preferiblemente de tipo suspendido.
  • Que tanto el portarrollos como el pulsador de descarga estén ubicados a una altura funcional para garantizar que la persona pueda usarlos.
  • Que la ubicación del inodoro sea de 40 centímetros de la pared lateral, manteniendo siempre un espacio de maniobra mínimo desde el eje del inodoro que alcance los 100 centímetros.
  • Que posea unos asideros horizontales en ambos lados del inodoro, siendo ideales las barras abatibles, siempre ubicadas a 75 centímetros.
  • Que cuente con un llamador, lo cual es obligatorio.

Además de lo anterior, en algunos casos puede ser conveniente colocar un elevador de inodoro. Esto ayuda a mantener siempre la medida precisa del mismo para cada usuario en particular.

Adaptar el lavabo

La segunda clave para adaptar un baño para discapacitados es enfocarse en el lavabo. El uso de un lavabo convencional puede ser un gran problema para ciertas personas si este está colocado a la altura de la cintura de una persona de pie.

Por eso, para adaptar el lavabo, se recomienda:

  • Que el espacio libre debajo del mismo sea de 70 a 75 centímetros.
  • Que el borde delantero se sitúe a 80 u 85 centímetros del suelo.
  • Que el grifo sea de tipo palanca.
  • Que el espacio de acercamiento sea de 80 centímetros.
  • Que el espejo tenga colocación a baja altura, cerca del borde o modulable.

Al igual que lo que sucede con el WC, en el lavabo también se tiene la posibilidad, hoy en día, de acudir a uno ajustable en altura. De esa forma, se puede ir regulando en la medida en que se considere necesario, de acuerdo con las personas que vayan a usarlo.

Adaptar la ducha

Para terminar, hablamos de una de las adaptaciones que representa mayores desafíos: la ducha. De lo que se trata es de lograr una zona de ducha que sea lo más espaciosa posible, pero que también esté libre de obstáculos.

La primera recomendación es tener un plato de ducha en lugar de bañera, debido a que es mucho más cómodo, tanto para las personas con discapacidad como para los adultos mayores que pueden caerse y para los cuidadores. En caso de tener un plato de ducha, se pueden colocar taburetes, sillas de ducha con ruedas o sillas de baño con o sin brazos. Junto con esto, se recomienda:

  • Que se coloque un asiento ubicado a 43 o 47 centímetros del suelo.
  • Que el plato de ducha esté al ras del suelo.
  • Que se coloquen asideros ubicados a 75 centímetros como mínimo.

En caso de mantener una ducha con bañera, lo mejor es colocar una tabla para bañera, una silla de baño o un asiento giratorio. Además, los elevadores pueden ser perfectos para ayudar a que las personas con movilidad reducida puedan entrar y salir sin problemas, manteniendo la mayor autonomía posible.